lunes, 13 de septiembre de 2010

Chupasangre

Zumbidos.

El mosquito ataca cobijado por la oscuridad de esta noche calurosa.

Zumbido por la izquierda, por la derecha, por arriba, por abajo. Zumbido en equis, en espiral, en vertical, en horizontal, en diagonal, con fade in y con fade out. Siento pinchazos de agujas en mi cara. Descargas eléctricas en mis piernas. Punzadas en los dedos. Es como si apagaran fósforos sobre mi piel. Y para colmo, zumbidos.

De un tiron, enciendo la luz. Me pican los ojos. Estoy cansado. Me levanto rezongando. Reviso las fisuras de la pared y urgo entre las sombras que provoca la luz. Cada muro por el que poso mi mano tiene incontables manchas de sangre y rastros de mosquitos que fueron aplastados por mi furia vestida de insomnio.

Son las cuatro de la madrugada. Solo he podido dormir una hora. Acabo de matar siete mosquitos, dos zancudos y tres ácaros. Tap, clap, zas. ¡Mueran malditos!

Mi cuerpo esta bañado en sudor. La palma de mi mano rebala por mi pecho humedecido. Abro la ventana. Cierro los ojos y me quedo inmóvil tratando de localizar algun insecto suelto por ahí. Pero, nada. Ni un aleteo.

Paseo mi vista por el techo, cerca de la lámpara. Me fijo en las esquinas, en las paredes, bajo la cama, entre las cortinas y en el armario. Nada.

Ya me puedo acostar de nuevo. Me meto a la cama y cierro los ojos una vez más. Silencio. Apago la luz y me quedo inmóvil. Delicioso silencio. Pasan cinco minutos y todo esta en calma. Bajo mis defensas y me dispongo a dormir, a pesar del calor. Duermo. Ronco. Sonrío. Sueño bonito, placentero.

De pronto, zumbidos.


Creative Commons License
Chupasangre by Diego Murcia is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.

No hay comentarios: